dolor discogénico
Todos nosotros vamos a sufrir dolor lumbar una vez en la vida. Así que este post te interesa. ¿Has sufrido de dolor en la parte baja de la espalda en forma de faja, difuso y sobre todo al levantarte de la cama? Este tipo de dolor es el más frecuente dentro de la zona lumbar. Seguro que te suenan palabras como hernia discal, protusión, prolapso… Todas ellas, se engloban bajo la entidad clínica de síndrome discogénico. ¿Y qué significa esto? Pues que nuestra limitación y dolor provienen directa o indirectamente del disco intervertebral.
Para hablar del disco tenemos que hablar un poco de la anatomía de la columna. El disco es la estructura que se encuentra entre los cuerpos vertebrales. Está formado por un anillo fibroso que es el encargado de que el material interno no salga hacia fuera y el núcleo pulposo que es el contenido del disco.


¿Para qué sirve el disco?
Soporta el peso de la columna, absorbe impactos y permite movimiento entre los huesos. ¿Cómo lo hace? Gracias a que está formado en un 70-80 por ciento por agua y colágeno. Cuando existe una compresión, el disco actúa como una esponja, bajo esta compresión pierde fluido y cuando se descomprime lo reabsorbe. Este proceso, mejora la nutrición de las células que es una condición indispensable para evitar la degeneración del propio disco.
Aunque este porcentaje es variable y se va reduciendo conforme vamos avanzando en edad la degeneración es normal e innato al paso de los años. De hecho, se ha referenciado que con 30 años ya aparecen signos de deterioro y desgaste en los discos de forma normal y sin síntomas. A mi me gusta decir que es como tener arrugas o canas, son consecuencias del simple hecho de estar vivos.
Entonces visto esto, podemos afirmar que la ausencia de estímulos de compresión, la inactividad física y el mantenimiento de una posición durante mucho tiempo favorecen la degeneración prematura del disco. Esto produce un empobrecimiento de su estado nutricional, perdiendo su función de amortiguación y generando roturas en el anillo fibroso.
¿Qué tipos de discopatías hay?
Tenemos en primer lugar la perdida de altura o deshidratación discal. En esta fase la estructura que abosrbe agua pierde su función y cada vez acumula menos fluido con lo que pierde presión. En segundo lugar, la protusión que es un abombamiento del disco sin rotura. Seguido de esto se encuentra la extrusión o hernia discal es cuando existe una rotura de los anillos que protegen el núcleo y el material sale. En este caso puede provocar dolor por lo comentado o producir una radiculopatía lumbar que explicaremos en otro video lo que es.

¿Cómo sé que sufro una discopatía?
Lo primero es la valoración por parte de tu médico o fisioterapeuta. Para tu tranquilidad te puedo decir que no es necesario que te hagas una RMN a no ser que haya síntomas neurológicos como electricidad hacia las piernas, falta de sensibilidad o falta de fuerza en ellas.
Las características típicas del dolor son:
Dolor difuso, profundo y en forma de faja que puede ir desde la lumbar hasta las nalgas.
Sensacion de rigidez o presión sobre todo de forma matutina. El dolor también es más fuerte por la mañana que durante el día.
El dolor aparece tras haber estado en una posición mantenida como estar sentados y tener que levantarnos. El movimiento suave como andar mejora estos síntomas.
A veces la tos y estornudas también aumentan este dolor.
Suelen aparecer de forma aguda si se asocia a un movimiento rápido en flexión y rotación, casi siempre al levantar un peso. Además el inicio del dolor no es en el momento, si no que se agrava con el paso de las horas.
Si es más crónico los primeros episodios comienzan sobre los 25, de forma puntual y con recuperaciones cortas. Conforme se va teniendo más episodios cada vez son más largos e intensos hasta que un pequeño movimiento es capaz de desencadenar un prolapso agudo.
¿Cuál es el mejor tratamiento?
Lo primero es reducir la incertidumbre. Seguramente tendrás dudas acerca de que ocurre, si es muy grave y qué pronostico tiene. Dar respuesta a estas preguntas reduce tus sistemas de alarma, apaciguan tu estrés y por tanto mejora tu dolor.
En el tratamiento típico que solemos hacer en consulta, mandamos ejercicios de corrección de la desviación y técnicas de extensión de Mackenzie. Mejoramos la movilidad de articulaciones vecinas como la cadera o zona torácica también para reducir la presión sobre el disco. El masaje y la punción seca también son técnicas muy efectivas para reducir el espasmo muscular que protege la zona.
Antes de pasar a entrenar, educamos. Comentamos que para que mejore la hidratación del disco es necesario mantenerse lo más activo posible que nos permita el dolor. Está contraindicado el reposo en cama, por lo que ya hemos comentado antes. Conforme el dolor va mejorando introducir el ejercicio aeróbico en una elíptica es una buena opción. Sobre todo en fases tempranas en las que no se tolera el impacto.
Estando ya en la fase final, con poco dolor, nuestros esfuerzos han de centrarse en el trabajo de fuerza. Por un lado esto va a mejorar la estabilidad y la distribución de la carga de forma uniforme entre el disco, articulaciones facetarias y musculatura. Y por otro lado, la compresión y descompresión a la que sometemos a la espalda durante estos ejercicios mejora la función y nutrición de los componentes del disco.
En el próximo post te enseñare qué cuatro ejercicios mando siempre para aliviar el dolor en forma aguda y otros cuatro que son indispensables para evitar futuras recaídas.